Ahora sé por qué me mantuviste en cautiverio
calcinándome bajo el ojo sin párpado del desierto,
por qué soltaste dentro de mi cabeza un viento oscuro
que azotaba soplando sin descanso,
por qué pusiste por nervios en mi cuerpo
esta red enfermiza de cristales,
por qué me fui haciendo mínima,
pasita seca en el corazón de la miseria
y por qué hoy justo antes de partir
levantas mi castigo y rompes el sello que invalidaba mi lengua.
Ha sido para que mi escencia encontrara en ti
su fuente de contacto,
para que aprendiera a beberme el mar
en una sola de tus lágrimas,
para que en el dolor te conociera
al explorar la dimensión del hombre
y pudiera a través de mis labios
trasminar su agua, todos los muros de estos templos
que somos, sin saberlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario